CÁNCER DE PRÓSTATA

¿Qué es el cáncer de próstata? 

El cáncer de próstata es el cáncer más frecuente en varones y se considera hoy en día la segunda causa de mortalidad por cáncer en el sexo masculino (por detrás del cáncer de pulmón). Aproximadamente uno de cada ocho hombres será diagnosticado de cáncer de próstata en el transcurso de su vida. Su incidencia aumenta con la edad, con un media del diagnóstico en torno a los 65 años. Los adelantos tecnológicos en las pruebas de imagen y en los programas de detección precoz del cáncer de próstata permiten a día de hoy diagnosticar la enfermedad en etapas tempranas en más del 70% de pacientes. Los avances terapéuticos en el campo de la cirugía mínimamente invasiva y radioterapia hacen que el tratamiento actual del cáncer de próstata localizado obtenga una supervivencia a 10 años mayor del 95%.

El cáncer de próstata puede no provocar signos ni síntomas en sus fases iniciales. En casos más avanzados puede causar signos y síntomas como: problemas para orinar, disminución en la fuerza del chorro de la orina, sangre en la orina o en el semen, dolor óseo, pérdida de peso y disfunción eréctil entre otros. El riesgo de tener cáncer de próstata aumenta con la edad. Es más frecuente después de los 50 años de edad y en la raza afroamericana. Si se ha diagnosticado con cáncer de próstata a un familiar cercano, como un padre, hermano o hijo, quizás el riesgo sea más alto. Las personas obesas tienen un riesgo más alto de padecer cáncer de próstata, siendo en estas personas más probable que el cáncer sea más agresivo o que recurra después del tratamiento inicial.

¿Qué diagnóstico tiene?

El urólogo es el encargado de explorar con detalle y valorar la posibilidad de la existencia de un cáncer de próstata. Para ello es imprescindible una valoración física completa que incluya tacto rectal y la determinación de una analítica que incluya PSA (antígeno prostático específico). En función del PSA, resultados del tacto rectal, tamaño prostático (determinado por examen físico y por ecografía), síntomas y factores de riesgo, determinaremos la necesidad o no de una biopsia prostática, la cual nos dirá si existe o no la presencia de cáncer en nuestra próstata. Existen muchas formas de realizar la biopsia: convencional mediante la sospecha clara por PSA y tacto rectal en donde se toman muestras de la glándula vía transrectal previa preparación; cognitiva en donde aprovechamos las ventajas de la imagen de la resonancia magnética para buscar posibles imágenes sospechosas e intentar biopsiarlas por vía transrectal; por fusión en donde aprovechamos las imágenes sospechosas de la resonancia magnética, pero en esta se utiliza un software que fusiona las imágenes de la resonancia con la de la ecografía para poder localizar dichas áreas sospechosas (normalmente suele hacerse por vía transperineal, pero también puede hacerse por vía transrectal).

¿Qué tratamiento médico y quirúrgico existe?

Una vez tenemos el diagnóstico de cáncer de próstata tras el resultado anatomopatológico, se procede a realizar la estadificación local y a distancia de la enfermedad mediante la utilidad de la resonancia magnética (algunas veces realizada previamente), tomografía toraco-abdomino-pélvico y gammagrafía ósea. Estos estudios se realizarán en función del estadiaje local, niveles de PSA y tipo de Gleason. A mayor valor de Gleason más agresividad del cáncer de próstata.

La cirugía es el caballo de batalla para muchos pacientes a la hora de tratar el cáncer de próstata, consiguiendo una adecuada y certera valoración anatomopatológica y pronóstica, removiendo en su totalidad el órgano causante del problema. Con esto conseguimos tratar el cáncer en su totalidad muchas veces (sin tener que usar otros tratamientos como la radioterapia, entre otros), mejorar el perfil urodinámico del paciente permitiéndole orinar sin obstrucción y conseguir un seguimiento post operatorio lo más sencillo posible con la determinación de un cómodo PSA cada 6-12 meses. Para esto es necesario unos estándares de máxima calidad a la hora de realizar este tipo de cirugía mínimamente invasiva con unos excelentes resultados de continencia urinaria y potencia, dependiendo por supuesto, de su condición preoperatoria, gravedad de su enfermedad, comorbilidad, medicación, edad, peso, etc.

La radioterapia es un aliado para nosotros para muchos pacientes tras recaída de enfermedad post-cirugía o en aquellos pacientes no candidatos a cirugía por su comorbilidad o extensión de su enfermedad.

En algunos pacientes con enfermedad localmente avanzada o metastásica es necesario el uso de la terapia de deprivación hormonal conocida también como hormonoterapia para un óptimo tratamiento oncológico de la misma con efectos secundarios en relación a la supresión de la testosterona y con una aceptable tolerancia. En los casos de enfermedad metastásica entra en juego también los superantiandrógenos y terapias de supresión hormonal más radicales (Apalutamida, Enzalutamida, Darolutamida, Abiraterona), así como la quimioterapia con docexatel y cabazitaxel. En general es una enfermedad de manejo complejo para la que se requiere una adecuada experiencia. Los avances actuales en cirugía y la aparición de nuevos tratamientos nos han permitido mejorar la supervivencia de estos pacientes ofreciéndoles una mejor calidad de vida que en el pasado.

DR.NELSON DÍEZ

CONSULTA CON EL DOCTOR

    Acepto el aviso legal y política de privacidad de esta web.
    Acepto el uso de mis datos con fines publicitarios/comerciales.