CÁNCER DE RIÑÓN

¿Qué es el cáncer de riñón? 

Los tumores renales malignos son los tumores renales sólidos más frecuentes (90%) y representan el 2-3% de todas las neoplasias del adulto. Constituye el tercer tumor urológico en orden de frecuencia en los varones y el segundo en las mujeres. Existe un ligero predominio en el varón adulto (1,5:1) y suele ser más frecuente en la sexta-séptima década de la vida. Este tumor tiene un potencial elevado de mortalidad cuando la enfermedad no está localizada.

El principal factor de riesgo ambiental lo constituye el tabaquismo. Incrementa 2,5 veces la probabilidad de desarrollar dicho tumor (es la causa en el 20-30% de los casos en varones y el 10-20% en las mujeres). Otros factores de riesgo relacionados con esta enfermedad lo constituyen la obesidad, la hipertensión arterial, el consumo excesivo de antiinflamatorios y la exposición a asbesto, tricloroetileno y cadmio (existe una incidencia aumentada en trabajadores de industrias metalúrgicas, químicas, imprentas y caucho). Otros factores asociados son el tratamiento con radioterapia retroperitoneal en el tumor de Wilms o en el cáncer testicular, la insuficiencia renal crónica y la existencia de síndromes familiares como la esclerosis tuberosa o la enfermedad de Von Hippel-Lindau (VHL).

Dentro de los tipos de tumores renales, el más frecuente con diferencia lo constituye el Carcinoma de células claras (70-80%), seguido del carcinoma papilar (10-15%) y del carcinoma de células cromófobas (5%).

Más del 60% se diagnostican de forma incidental. Cuando aparecen síntomas, suele deberse al crecimiento tumoral, extensión metastásica, síndrome paraneoplásico o hemorragia. La tríada clásica histórica (dolor, masa y hematuria) es infrecuente (<6-10%). Suele asociarse a tumores más agresivos y estadios avanzados de la enfermedad. Para el diagnóstico la ecografía y la tomografía computarizada (TC) son los estudios más importantes para la evidencia del tumor a nivel local, siendo muy útil también este último (TC) para valorar su posible extensión a otros órganos. La Resonancia magnética nos puede ser de utilidad en algunos pacientes alérgicos al yodo (contraindicado el uso de contrastes intravenosos a la hora de hacer el TC) o en casos de pacientes con tumores localmente avanzados para valorar con detalle su relación con otros órganos, permitiéndonos saber si es posible su extirpación quirúrgica. La analítica de sangre en líneas generales suele ser normal la mayoría de las veces, salvo en tumores más avanzados donde podemos evidenciar anemia (hemoglobina baja), calcio elevado, VSG elevada, fosfatasa alcalina elevada y alteración en las enzimas hepáticas. Una vez hecho el diagnóstico y la estadificación de la enfermedad se procede a decidir el mejor tratamiento para el paciente. En el cáncer renal la cirugía es la clave y el pilar fundamental en la mayoría de los casos, permitiendo poder hacerse con las ventajas de la cirugía mínimamente invasiva en la mayoría de los pacientes. En muchos casos de tumores localizados y/o exofíticos, la primera indicación es siempre intentar una cirugía presevadora de nefronas, en donde solo realizamos excéresis del tumor (conservando así el resto de parénquima sano). Este tipo de cirugías tienen un alto nivel de complejidad en vista de lo laborioso del procedimiento y del riesgo de sangrado y fístula urinaria. Siempre que sea posible es la primera opción terapéutica. En casos en donde no podemos realizar unicamente la resección del tumor (nefrectomía parcial) estaría indicado la nefrectomía total del riñón afecto que en ciertos casos incluirá la resección de la glándula suprarrenal ipsilateral (nefrectomía radical). En algunos pacientes que por edad, tamaño tumoral y comorbilidad así lo permita, se puede realizar la opción de la vigilancia (seguimiento activo) y tratar más adelante si el paciente lo precisara (opción segura en pocos casos bien seleccionados).

La quimioterapia en este tipo de tumores tiene poco papel en líneas generales (salvo en algunas anatomías patologícas). Los  Inhibidores de la tirosina cinasa, sin embargo, son y han sido tratamiento clave en las recidivas tumorales tras cirugía y en el paciente metastásico. Estos tratamientos van dirigidos contra la  de VEGF y PDGF implicados en la neovascularización y la progresión tumoral, como consecuencia de la inactivación del gen VHL y la acumulación del factor inductor de hipoxia (HIF). Los anticuerpos monoclonales (inmunoterapia) en la actualidad, están siendo un gran avance en el tratamiento del paciente metastásico permitiendo controlar mejor la enfermedad y mejorando la esperanza de vida. Esta terapia está basada en una variedad de anticuerpos dirigidos contra los receptores PD-1 y CTLA-4 de los linfocitos T para mejorar la inmunidad específica tumoral de las células T en estos pacientes.

El manejo de esta enfermedad es complejo y debe de ser multidisciplinario para mejorar los resultados obtenidos. El urólogo es pieza clave en el diagnóstico y tratamiento quirúrgico de este tipo de pacientes.

DR.NELSON DÍEZ

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