TUMORES SUPRARRENALES Y RETROPERITONEALES

¿Qué son Tumores suprarrenales y retroperitoneales? 

El retroperitoneo contiene los riñones y las suprarrenales con sus fascias, tejido adiposo, grandes vasos (aorta, cava e iliacos) y algunas estructuras digestivas (duodeno, páncreas y segmentos de colon ascendente y descendente).

Los tumores retroperitoneales son poco frecuentes (0,2-0,5% de todos los tumores) y en su mayoría malignos (80-85%). Una tercera parte son sarcomas, cuyos tipos más frecuentes son el liposarcoma, el leiomiosarcoma (originado en los vasos) y el histiocitoma fibroso maligno.

Los tumores benignos son menos frecuentes (linfangioma, el angiomiolipoma, el neurilemoma, el paraganglioma y el leiomioma). Aunque no suele existir diferencias en este tipo de tumores, el leiomiosarcoma es más común en las mujeres. La gran mayoría de los pacientes suelen estar entre la sexta y la séptima década de la vida. En cuanto a los factores de riesgo, este tipo de tumores están asociados a radiaciones previas, traumatismos, exposición a dioxina o asbesto. Su proximidad a estructuras vitales (sobre todo vasculares) dificulta la resección, por eso suelen ser tumores agresivos. La cirugía es el pilar fundamental del tratamiento siendo vital la obtención de márgenes de resección negativos. La radioterapia adyuvante juega un papel importante en muchos pacientes. En caso de lesiones avanzadas o metastásicas, la doxorubicina (quimioterapia) es el fármaco de elección, la cual tiene buenos resultados en linfomas y tumores de estirpe germinal.

En general es un tumor de mal pronóstico, en el que si tenemos suerte de hacer un diagnóstico precoz de forma incidental o tras la presencia de algún síntoma (dolor, náuseas y vómitos, cólico renal, etc) podríamos llegar a tiempo para realizar una cirugía radical que nos permita hacer un control óptimo de la enfermedad.

Los tumores suprarrenales

Los tumores suprarrenales se dividen según la zona de la glándula suprarrenal de donde proceden (corteza, médula y estroma). De estos tumores los más frecuentes con diferencia lo constituyen el adenoma suprarrenal y el feocromocitoma. Muchos de estos tumores tienen clínica relacionada con la hipersecreción hormonal, tal es el caso del síndromes de cushing, la hiperfunción mineralocorticoide (HTA, poliuria, polidipsia, alcalosis metabólica hipopotasémica, hipernatremia, parestesias, debilidad y mialgias), el síndrome adrenogenital (virilización en niñas y pubertad precoz en niños) y el feocromocitoma (HTA paroxística o constante, cefalea, sudoración, palidez, palpitaciones, taquicardia, dolor abdominal o torácico, hipotensión postural, debilidad, náuseas, vómitos y anorexia). Una HTA grave durante la inducción anestésica debe hacer sospechar un feocromocitoma.

Ante la sospecha de un tumor suprarrenal será necesario un estudio de imagen que nos de la máxima información de la lesión. La ecografía en estos casos tiene poca especificidad, aunque es capar de ver tumores mayores de 12-15 mm. Tanto la tomografía como la resonancia nos permite ver con mucha claridad la arquitectura de la lesión para poder definirla. Lesiones de más de 5-6 cm con calcificaciones y necrosis en el TAC son sospechosas de malignidad (carcinoma suprarrenal). La resonancia aporta información adicional sobre la afectación vascular. La mayor intensidad en T2 de la tumoración suele ser sospechosa de feocromocitoma, a diferencia del adenoma, que tiene una señal baja en T2. El carcinoma suprarrenal muestra una señal en T2 intermedia-alta. La punción (biopsia) no está indicado en la mayoría de los casos, salvo en algunas excepciones donde es un recurso de utilidad. Es importante, una vez hemos detectado la presencia de una masa suprarrenal, realizar analíticas de sangre y orina para poder detectar si esta lesión es productora de hormonas (hiperfuncionante) o produce alguna alteración electrolítica.

Una vez hecho el diagnóstico la cirugía es una excelente opción, la cual nos permite no solo una extirpación completa de la misma, sino a la vez la posibilidad de caracterizarla correctamente mediante el estudio anatomopatológico. A día de hoy esta intervención puede realizarse mediante el uso de la cirugía mínimamente invasiva, con lo cual podremos extraer la lesión mediante pequeños puertos abdominales de 5 mm. La cirugía está indicada en tumores funcionantes, en no funcionantes mayor de 5 cm y en aquellas no funcionantes menor de 5 cm que tienen un alta señal en T2 en la resonancia. La técnica de elección es la exéresis laparoscópica o robótica. La técnica abierta se utiliza solo en masas grandes con invasión de órganos adyacentes. La cirugía parcial puede estar indicada en glándulas suprarrenales solitarias, enfermedad bilateral o síndrome familiar. Los tumores suprarrenales afortunadamente son lesiones poco frecuentes, que muchas veces se diagnostican de forma accidental y en otros casos se necesita un alto nivel de sospecha según los síntomas que presenta el paciente.

DR.NELSON DÍEZ

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